EL ZAPATERO MÁGICO

Era una linda tarde de verano. La madre leía un libro mientras los niños jugaban con su vieja pelota. Junto a ellos otro niño jugaba con otra pelota más grande y más bonita.

-Mamá, quiero una pelota nueva como la de ese niño.

-Pero si tú ya tienes la tuya...

-Pero esa es más grande y más bonita.

-¿Pero no ves que puedes jugar igual con tu pelota que con otra cualquiera?

Lo importante no es tener una pelota nueva, lo importante es tener amigos para

poder jugar con ellos.

-¿No ves que tú estás rodeado de amigos y el niño de la pelota nueva está jugando él solo?

-Es verdad.

-Lo importante para ser feliz no sol las cosas nuevas, lo importante son los sentimientos, la compañía de tus amigos... Escuchá, te contaré una historia.

Érase un anciano zapatero que vivía en un hermoso bosque. Allí confeccionaba los más bellos zapatos. Sus ayudantes eran los animalitos.

Todos ellos le traían los más delicados materiales para su obra.

Además de hacer hermoso zapatos, tenía otra especial característica:

cada vez que los hacía para un niño cojo, el niño volvía a caminar.

Por eso le llamaban el zapatero mágico.

La gente le preguntaba cuál era su secreto pero no sabía qué responderles.

Un buen día llegó a casa del zapatero una carta del palacio.

En la carta el Rey le pedía que se trasladase al palació urgentemente para hacerle unos zapatitos a la joven princesa, que no podía caminas. Todos los médicos habían intentado curarla, pero nadie lo había conseguido.

El zapatero aceptó la petición del rey y se instaló en palacio. Allí elaboró unos bonitos zapatos con el mejor material traído especialmente para él.

Cuando terminó los zapatos, la princesita se los puso y todos esperaron el milagro. Pero la princesita no pudo caminar.

Muy triste, el zapatero regresó a su casa. Allí se encontró con una suave piel de pétalos rojos que habían traído los pajarillos para él.

Entonces decidió volver a intentarlo y hacer otros zapatos para la princesa. A la mañana siguiente estaban terminados.

El zapatero mandó los zapatos con una nota que decía:

"Los zapatos más bonitos para la princesa más hermosa, con todo mi amor"

Al poco tiempo, un paje vino a buscar al zapatero para decirle que la princesa podía caminar.

El rey ofreció al zapatero todo lo que necesitara para su trabajo. Él no lo aceptó porque cuando habían hecho los zapatos en palacio no habían servido para nada. Quería seguir con su trabajo en el bosque con sus amigos. Su premio era poder hacer caminar a los niños.

De esa manera el rey se dio cuenta de que la magia no estaba en los materiales ni en las herramientas, sino en el amor y en la bondad de su corazón.